martes, 10 de noviembre de 2015

2001-2002, un posible punto de inflexión

Dejé la entrada del trabajo original que aquí se convierte en cuaderno enlazado con los demás, E y S, y así puede verse de dónde viene. Aquél, inconcluso, permanece como apéndice y aquí nos quedamos con unos cuantos textos capaces de sugerir.
Al crimen organizado me acerco sólo cuando es necesario. Ofende lo que voluntaria o involuntariamente suelen hacer quienes tratan de él: convertirlo en mito. Para ingenuo en la materia estoy que ni pintado y recurro a otros y otras. 
Hay un trabajo sobre las mafias y la venta de protección en tanto "industria". Parte de que en el México posrevolucionario los “agentes privados, incluidos los narcos, no han sido capaces de asentarse en los mercados de la protección sin la cobertura estatal”.
La tesis coincide con nuestra historia general: sin el aparato estatal nada o muy poco de la iniciativa privada mexicana habría prosperado bien a bien tras 1920. 
Los hombres de negocios nacionales nacen o se expanden de manera extraordinaria a partir de 1940 y sólo gracias a la industrialización a marchas forzadas concebida, coordinada y sostenida por el Estado. Sin la infraestructura pública que se crea entonces; sin el cierre de fronteras para protegerlos; sin la exención de impuestos y los subsidios directos o indirectos, las miles de nuevas fábricas, comercios y empresas financieras no habrían prosperado en su mayoría.
En la etapa de gran crecimiento, que termina hacia 1982 y abre las puertas al neoliberalismo autóctono, nuestras mafias reducían su acción al narcotráfico, alentadas por tierras muy aptas para sembrar mariguana sobre todo y por los tres mil kilómetros de frontera con el gran mercado mundial. 
Entonces empieza a producirse lo que veremos luego, pues toca hablar primero de la muerte de Digna Ochoa y sus alrededores.
Conozco bien el caso por un libro inédito que escribí con los muchos materiales de investigación sin empleo en una película.
El cadáver de esta abogada a quienes todos conocen aparece una noche de octubre de 2001. Está en el despacho que la mujer compartía con otros defensores de derechos humanos. Semisentada en un sillón tiene dos disparos. El que le quitó la vida fue sobre la sien izquierda. Ella era diestra y las manos están mal metidas en guantes de latex con restos de talco dentro. El arma de origen checo la fabricó el ejército mexicano y su manejo es poco práctico. 
La puerta está cerrada por dentro y sobre una repisa descansan fotocopías de mensajes intimidatorios que durante años se enviaron a Digna y sus compañeros y compañeras del Centro Miguel Agustín Pro. 
Para el primer fiscal especial no hay duda: se trata de un asesinato y las líneas dominantes para la investigación conducen a los servicios de inteligencia castrenses y a militares comisionados en la Sierra de Petatlán, contra los cuales nuestra abogada ganó un juicio.
El caso conmociona al país, que un año atrás eligió al primer presidente no priista en setenta años. Hay periodistas muy profesionales que en privado expresan una convicción: los autores fueron agentes de seguridad estatal que así enviarían un mensaje al nuevo gobierno: Quienes sabemos todo somos nosotros, no nos olvides.
Meses antes, en mayo del propio 2001, "un comando de hombres armados con AK-47" de madrugada hace un asalto "con tácticas militares a las instalaciones del Palenque de la Exposición Ganadera" en el municipio de Nueva Guadalupe. Nada hasta ese momento en el país se compara a la acción. Los protagonistas son los Talibanes al servicio de la mafia dominante en Ciudad Juárez. 
Conforme a los dichos, van tras personalidades de los Zetas, por entonces su equivalente en el cartel del Golfo. En la escalada de violencia, en febrero de 2002 éstos mismos producen los primeros descuartizamientos conocidos en la guerra entre el crimen organizado. El hecho nos deja boquiabiertos pues lo más brutal conocido hasta ese momento en la acción criminal son las pruebas de vida que el Mochaorejas deja a los 
familiares de sus secuestrados.
Para entonces el Chapo Guzmán, que en el Pacífico controla las empresas informales de estupefacientes, lleva un año fugado de prisión. Los rumores afirman que pudo huir gracias a sus aportaciones a la campaña presidencial de Vicente Fox y en adelante se asegurará con insistencia: es el capo mimado del mismo gobierno federal a quien se acusa por contubernio en la muerte de los mineros de Pasta de Cochos y la ofensiva contra el sindicato minerometalúrgico, cuyos líderes "corporativistas" no están dispuestos a perder su extraordinaria fuerza validando al régimen a toda costa.