viernes, 29 de octubre de 2021

De príncipes posrevolucionarios

 

"-¡Supondrá usted que para algo trajimos el divorcio los hombres de la Revolución! 
"-¡Ah, claro! No lo dudo. Pero no para que ustedes (...) tengan a un tiempo novias y mujeres."
No sé qué tan pobre debe considerarse este diálogo de La sombra del caudillo, novela cuyo propósito ex exhibir a los padrecitos revolucionarios vueltos gobierno. Didáctica, como casi toda la narrativa mexicana hasta entonces, sino era crónica, mal construye personajes, atmósferas, emociones. En cualquier caso, conociéndolo bien, asoma al poder. 
El general aspirante a la presidencia nacional y la joven que pretende caminan sobre una ciudad inerme, poniendo en juego sus flacos interiores. ¿Con cuánta ventaja venderá ella belleza y posición y qué tan dueño de sí es nuestro hombre en estrategias no militares, ahora, cuando recoge la cosecha y debe hacerse empresa, familia, modelo social? ¿Sí?
"-Estamos hablando con el corazón en la mano, Hilario, no con frases buenas para engañar a la gente. Ni a ti ni a mí nos reclama el país" -dice en otro momento nuestro protagonista. Vuelvo a la secuencia que dejé:
"El brazo de Rosario, con el contacto de su desnudez, estimulaba en Aguirre el cinismo mujeriego. El ministro preguntó de improviso, imprimiendo a sus palabras naturalidad fingida: "-¿Por qué no se decide usted a ser mi novia de una manera franca y valerosa? 
"-¡Qué desfachatez! ¿Y tiene usted el descaro de preguntármelo? 
"-Descaro, ¿por qué? No hay que exagerar. Nuevas leyes, nuevas costumbres."
¿En manos de quiénes quedamos?
"Segundos después la actitud de Rosario, subrayándose por contraste, demostraba que la verdad era una sola: que ella abandonaba el brazo desnudo a la mano de él, y que él, más que sujetárselo, se lo acariciaba. 
"-Tiene usted razón -concluyó Aguirre, seguro de que se entendía el doble sentido de su frase-: mientras seamos amigos de este modo delicioso, el ser novio ¿que añadiria? Rosario fingió no oír y habló de otra cosa."
¿Solo la desea? ¿Cómo manejarlo hacia donde ella quiere?
"La conversación de ambos, siempre en torno de un tema único, se desviaba a cada paso para volver a poco, con el refuerzo del nuevo sesgo, al solo punto que les interesaba (...)
"Esa tarde, para simular lejanías espirituales, su gran recurso fue el espectáculo de las montañas."
Otra vez: ¿en manos de quienes quedamos? Porque Aguirre finalmente coincide con Hilario:
"Mis andanzas en estas bolas van enseñándome que, después de todo, siempre hay algo de la nación, algo de los intereses del país, por debajo de los egoísmos personales a que parece reducirse la agitación política que nosotros hacemos y que nos hacen."
"Aguirre tiene los atributos del príncipe aristotélico", escribe un intelectual siglo XXI. Que a eso aspiró Martín Luis Guzmán al concebirlo, dice. ¿Será? Para sus efectos, el filósofo griego apeló a Filipo II, padre de Alejandro Magno, elevándolo sobre los tiempos. El escritor mexicano denunciaba a la casta que terminó asaltándonos tras el movimiento revolucionario. Pertenece, entonces, a la literatura latinoamericana que trata a nuestros dictadores. Y no, cuál príncipe ejemplar hay allí.
 SIGUE

viernes, 22 de octubre de 2021

Vive México

A mediados de 2002 se entrevista a Carlos Montemayor sobre el posible vínculo entre el estado de Guerrero y la muerte de Digna Ochoa.
-¿Estamos hablando de un fenómeno de colombianización de Guerrero?
-No, todo lo contrario. La colombianización ocurre primero porque no había un gobierno central eficiente ni aceptado en Colombia. Segundo, porque hay un dominio territorial total de las guerrillas. Tercero, porque es imposible para fuerzas policiacas y militares oponerse tanto a los grupos guerrilleros como a los clubes de delincuentes armados que constituyen las fuerzas paramilitares colombianas.
“Esto no ocurre en México ni hay manera de establecer paralelos con Colombia. Lo que estamos es ante el caso típico que debemos llamar estado de Guerrero.”  
El escritor ve allí un entramado de cúpulas policiacas, militares, de narcotráfico, de derrame de los fondos públicos... cuyos poderes no sabemos cómo se van “distribuyendo, respetando o tensando”. Y agrega: “Ese mapa es clandestino” y no lo conoce nadie, ni siquiera los sistemas de seguridad nacional, excepto quizás y sólo en cierta medida la inteligencia militar.

2002 y el escritor e historiador limita a ese estado un fenómeno que "en breve" abarcará al país. Entrecomillo pues la cuestión a la cual se refiere tiene raíces tan hondas como nuestra posrevolución cuando menos. 

En 2021 la "Brigada Nacional de Búsqueda halla ´campo de exterminio´ en Yecapixtla, Morelos". A quién extraña si hasta yo sabía seis años antes que la muerte tenía permiso* todo alrededor. Me lo contó al paso un lugareño cuyo diversión era buscar tesoros por las montañas cercanas.

-¿No le preocupan sus hijas adolescentes? -pregunté.

-Saben dónde y cuándo deben ir.

¿En el país con tasas de feminicidio descomunales?

Ingenuo, hice entonces esta notita: Un mes después al sur de Tamaulipas una niña de siete años es atacada por sus compañeros. "Jugábamos a la violación", aseguran ellos con aire ingenuo y la maestra los semidisculpa: "La muchachita era la más bonita y coqueta del salón". Kilómetros al norte el gobernador bautiza una avenida con el nombre de quien fundó el Cartel del Golfo.

¿Ingenuo yo? Lo que le sigue, según entenderé volviendo a 2021, cuando desafueren al siguiente ejecutivo tamaulipeco por lavar dinero, tras fosas comunes y campos de exterminio "descubiertos" allí casi donde quiera y los expertos afloren:

Entonces aparece este libro.  

Hoy la 4T firma un nuevo acuerdo con Joe Biden sobre seguridad binacional.

¿Qué puede hacer el gobierno del país cuyas mafias empresariales controlan los grandes negocios informales en toda la tierra?

Mientras, uno colecciona noticias de este tipo: 

"Muchos años trabajé en Guerrero en procesos de pacificación. Vi de todo, a niños con crimen organizado.

"-Por qué estás con esa banda, son malos-,
"-Me llevaron de chico, pero ya me pagan por tirar los cuerpos y pos es trabajo-.
"No son los videojuegos. Son historias de abandono."
-0-
El New York Times titula en estos días: "Colaboradores de seguridad nacional de alto rango del expresidente Trump también lo disuadieron de incursionar en México en operativos contra los cárteles...
"Trump también presionó a sus principales colaboradores para enviar fuerzas a México en busca de los cárteles de la droga, del mismo modo que comandos estadounidenses han rastreado y matado terroristas en Afganistán o Pakistán..."
Basándose en esa misma fuente, Julio Astillero informa que al poco el director de la DEA viajó a Culiacán, donde enseguida fuerzas armadas mexicanas detendrían al Chapito Guzmán para liberarlo evitando un baño de sangre, ¿recuerdan? 
Como se debe, no entiendo nada y supongo todo. Si tras treinta y cinco años se rexamina el paradigmático caso Kiki Camarena para concluir que las autoridades nos tomaron por grandísimos tontos y nada fue según se dijo... En realidad, afirman ahora, "funcionarios estadounidenses recurrieron a algunos integrantes del Cártel de Guadalajara para ayudar a armar y equipar ilegalmente a rebeldes que luchaban contra el gobierno sandinista en Nicaragua, caso que se conoció como Irán-contra".
Escuchemos a este hombre:
Hay una nota por aquí sobre él: 
Los funcionarios
No lo creó el neoliberalismo mexicano. Le bastó ser un priista a secas en los años 1970 y transitar con De la Madrid y Salinas. 
Tanta basura a nuestro alrededor, desde siempre. 
"…lo que está pasando en toda la república es tan serio y pavoroso (…) Una terrible epidemia de codicia, de concupiscencia, de ambición, de inmoralidad y de cieno inunda a nuestro pueblo", escribe Luis Cabrea panfleteando su candidatura presidencial en 1933.

Al frente del triste panorama está la clase política-militar. En 1924 Calles redujo del 36 al 25% la partida que ejercía su gobierno destinaba al ejército, y “ordenó que se controlaran todos los gastos de los jefes de operaciones y que los diferentes servicios de abastecimiento fuesen reglamentados”. Esa política continúa pero en suma la transferencia de recursos a generales y demás ha sido monumental.

Así nacieron grandes fortunas, como la de Juan Andrew Almazán, desde muy pronto establecido en la construcción y especulación con bienes raíces. Joaquín Amaro dedicó la suya a “darse pulimento” al estilo porfiriano, rodeándose de caballerizas y palacios. Álvaro Obregón monopolizó el comercio de garbanzo y tomate en el noroeste. El mismo don Plutarco es un multimillonario con colosales residencias y depósitos en el extranjero, para sí y sus familiares. Aaron Sáez entre otras cosas gusta invertir en empresas azucareras, y Roberto Cruz, convertido en jefe de la policía del DF, prefirió extorsionar católicos durante la cristiada. José Gonzalo Escobar juega al financiero, con estupendos resultados. Otros controlan la economía de estados enteros: Saturnino Cedillo en San Luis Potosí y Abelardo L. Rodríguez en Baja California, pongamos por caso.

¿Extraña que en octubre de 2021 parezcamos una mala comedia presidida por estas mujeres?

La influencer casada con el nuevo gober regio, jjj.

Ese bolso no es el que costó 4.4 millones de pesos, pagados por un fraude con lavado de tres mil millones.
Por cierto. ¿Cuántxs se indignaron al ver esta foto, que aseguran se tomó hace días?
Gran final, eh, Lalín, para ti, tus padres, abuelxs, hijxs, nietxs, jjj. https://es.wikipedia.org/wiki/Emilio_Lozoya_Austin
A los cuarenta y siete años te esperan unas cuatro décadas ¿de qué?
Bueno, importa y no pues colaboras con la Fiscalía General para embarrar a tus ex socios sin que te toquen el patrimonio, creo, y así garantizas un muelle futuro personal y familiar.
Los descendientes de Aaron Saiz, Almazán y compañía seguro viven principescamente por sus saqueos posrevolucionarios y quienes enlodes, llámense Peña Nieto, Videragay o como sea, tampoco perderán siquiera lo más sustancioso de sus fortunas mal habidas. 
Sin latrocinios no hay linajes en nuestra casa del horror o cualquier otra, usando el knok how heredado por la Conspiración de la Profesa entre 1819 y 1824 (un ojito a ¿Por qué Guerrero?). ¿Verdad, Slim, Germán Larrea, etcétera?    
-0-
Si Rulfo no recreó al pueblo de México, algo familiar para todxs nosotrxs circula en sus obras. ¿Ya había eso en el país que nació hace dos siglos o desde 1521?
"...el hombre sin fe (...) de un pueblo que no quiere salir del lugar que la historia le ha designado, porque ya está muerto", dijo alguien presentando una entrevista al escritor.
Mejor escuchémoslo
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-¡Supondrá usted que para algo trajimos el divorcio los hombres de la Revolución! 
-¡Ah, claro! No lo dudo. Pero no para que ustedes, los revolucionarios, tengan a un tiempo novias y mujeres.
No sé qué tan pobre debe considerarse este diálogo de La sombra del caudillo, novela cuyo propósito ex exhibir a los padrecitos revolucionarios vueltos gobierno. Didáctica, como casi toda la literatura mexicana hasta entonces, mal construye personajes, atmósferas, emociones. En cualquier caso, conociéndolo a cabalidad, asoma al poder. 
El general aspirante a la presidencia nacional y la joven que pretende caminan sobre una ciudad inerme, poniendo en juego sus flacos interiores. ¿Con cuánta ventaja venderá ella belleza y posición y qué tan dueño de sí es nuestro hombre en estrategias no militares, ahora, cuando recoge la cosecha y debe hacerse empresa, familia, modelo social? ¿Sí?
"-Estamos hablando con el corazón en la mano, Hilario, no con frases buenas para engañar a la gente. Ni a ti ni a mí nos reclama el país" -dice en otro momento nuestro protagonista. Vuelvo al que dejé:
"El brazo de Rosario, con el contacto de su desnudez, estimulaba en Aguirre el cinismo mujeriego. El ministro preguntó de improviso, imprimiendo a sus palabras naturalidad fingida: "-¿Por qué no se decide usted a ser mi novia de una manera franca y valerosa? 
"-¡Qué desfachatez! ¿Y tiene usted el descaro de preguntármelo? 
"-Descaro, ¿por qué? No hay que exagerar. Nuevas leyes, nuevas costumbres."
¿En manos de quiénes quedamos?
"Segundos después la actitud de Rosario, subrayándose por contraste, demostraba que la verdad era una sola: que ella abandonaba el brazo desnudo a la mano de é1, y que é1, más que sujetárselo, se lo acariciaba. 
"-Tiene usted razón -concluyó Aguirre, seguro de que se entendía el doble sentido de su frase-: mientras seamos amigos de este modo delicioso, el ser novio ¿que añadiria? Rosario fingió no oír y habló de otra cosa."
¿Solo la desea? ¿Cómo manejarlo hacia donde ella quiere?
"La conversación de ambos, siempre en torno de un tema único, se desviaba a cada paso para volver a poco, con el refuerzo del nuevo sesgo, al solo punto que les interesaba (...)
"Esa tarde, para simular lejanías espirituales, su gran recurso fue el espectáculo de las montañas."
Otra vez: ¿en manos de quienes quedamos? Porque Aguirre finalmente coincide con Hilario:
"Mis andanzas en estas bolas van enseñándome que, después de todo, siempre hay algo de la nación, algo de los intereses del país, por debajo de los egoísmos personales a que parece reducirse la agitación política que nosotros hacemos y que nos hacen."
"Aguirre tiene los atributos del príncipe aristotélico", escribe un intelectual siglo XXI. Que a eso aspiró Martín Luis Guzmán al concebirlo, dice. ¿Será? Para sus efectos, el filósofo griego apeló a Filipo II, padre de Alejandro Magno, y lo elevó sobre los tiempos. El escritor mexicano denunciaba a la casta que terminó asaltándonos tras el movimiento revolucionario. Pertenece, entonces, a la literatura latinoamericana que trata a nuestros dictadores. Y no, cuál príncipe ejemplar hay allí.  
      
 
YA SIGUE, CREO, JJJ.     
 


miércoles, 25 de diciembre de 2019

Informalidad. La Merced

Foto aparecida en @SGIRPC_CDMX.
Anoche se incendió parte de nuestro histórico mercado central. Sus locatarios informaron a alguien vinculado oportunistamente a ellos con aval de una organización respetable y él tradujo al ahí te va lo que ésta estudia bien.
Pidió, entonces, no romantizar donde fuera al barrio duro y la informalidad que hoy suele rodearlo. Fiereza, ambulantaje, crimen organizado común y prostibulario se reúnen allí, propiciando mafias dedicadas al usufructo de los comerciantes irregulares.
Fue aquél, asegura, quien inició la fiesta, para extersionar agusto a cuantos quiera, no importa giro o estatus legal. 
En principio creí que, como sucedió años atrás, debía responsabilizarse a las gentrificadoras que avanzan sobre esa y otras muchas áreas capitalinas.
Da igual, aunque los beneficiarios sean distintos. En diverso nivel y dirección todos actuan amparados por la ilicitud, reina del neoliberalismo.
Aquí una breve nota periodística: https://www.eluniversal.com.mx/metropoli/incendio-en-la-merced-deja-un-muerto-8-heridos-y-600-locales-calcinados

Fotos antiguas y no tanto, sin crédito, tomadas de un blog. Es fácil encontrarlas en los archivos nacionales.
Templo de La Merced, que tras la Reforma fue expropiado en su mayor parte.










Las dos siguientes son de Cuartoscuro.
Marcha contra la violencia, organizada por prostitutas del barrio. No pongo trabajadoras sexuales porque a ellas, como al grueso en el mundo, las prostituyen.

             

lunes, 23 de diciembre de 2019

De cómo la vieja muerte siguió haciéndose. El Charco, Guerrero


Esta Casa del horror quería saber cómo se anudaban distintas formas de violencia en México, incluída la laboral.
Nacida tras un libro sobre la muerte de Digna Ochoa, que Felipe Cazals y Editorial Planeta me pidieron, se encontró con otro que una década después necesitaban la familia y abogada de Julio César Mondragón. 
Antes había escrito esto y así el estado de Guerrero se convirtió en obsesión.

Foto de Prometeo Lucero, publicada por la revista Proceso.
A tres años de la muertes en El Charco, Guerrero.
DE LA MILITARIZACIÓN EN EL SUR-SURESTE

Lo cuento como me lo cuenta X, que vive en la región, y con el soporte de la gruesa documentación que trae consigo y proviene de investigadores y periodistas bien conocidos. La advertencia vale porque éste no es un reportaje y la muerte y los proyectos que transforman países no son cosa de juego.

7 de junio de 1998
Uno lo leyó en su momento: las fuerzas armadas cercan una reunión de campesinos y campesinas convocada por el Ejército Revolucionario Popular Independiente (ERPI), entonces reciente excisión del Ejército Popular Revolucionario (EPR), en El Charco, municipio de Ayutla de los Libres, Guerrero. El resultado: 11 civiles muertos y ventitantos detenidos, entre ellos cinco menores de edad.
Los medios señalan las que les parecen circunstancias extrañas, como que la mayor parte de las muertes se produce, según diversos testimonios, no en el interior de la escuela (la Catirino Maldonado), donde están los cercados, sino en su cancha de basquetbol. O que, al parecer, cinco o seis de los cadáveres presenten un solo, certero balazo.
Las organizaciones civiles advierten otras aparentes inconsistencias del informe militar: no hay una sola baja de la tropa, a pesar de cuatro horas de intercambio de disparos, en las que los civiles tienen la ventaja de dominar el campo desde la Catirino, o que el número de muertos es mayor que el de heridos, invirtiendo la relación que se presenta normalmente. Inconsistencias que podrían ser explicadas por las terribles condiciones del cerco.
En los meses que siguen, tal y cual periódico recoge denuncias de los y las sobrevivientes, de haber sido objeto de un “castigo ejemplar”. Según esto, el ejército habría renunciado a obligar la rendición o la habría aprovechado para dar fin a esos cinco o seis hombres cuya sangre queda en las afueras de la escuela, una vez entregados. A uno, por lo menos, tras obligarlo a hincarse, de acuerdo a las declaraciones de los detenidos.


El Charco

El Charco es una ranchería clásica, con sus trescientos habitantes dispersos. En su caso, entre una serie de elevaciones, en los linderos de la Montaña Baja y la Costa Chica de Guerrero. De allí hasta la cabecera municipal, Ayutla de los Libres (en recuerdo al plan que dio origen a la Reforma de 1857), 35 más o menos tortuosos kilómetros y un pequeño poblado tras otro. La vegetación del que una vez fue un clásico trópico húmedo, da un aire de abundancia, sobre todo en estos meses del verano, tiempo de aguas. Pero el aire de naturaleza pródiga no impide la tenaz miseria de un municipio que está entre los diez más pobres de este empobrecido estado.
Hay que imaginar la noche entre el sábado 7 y el domingo 8, ya que los vecinos se han retirado a sus casas y en la escuela quedan los 38 invitados. O no todos, conforme a la versión de los militares: algunos hacen de vigías. Imposible que no se den cuenta de lo que a lo largo de kilómetros han observado o escuchado las poblaciones cercanas al camino: el avance de una unidad de un Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), de rápida capacidad de reacción, y varios batallones de infantería. Unos mil elementos, en resumen, con transportes, conducidos por un general.
¿Qué volumen de fuego desata un destacamento de estas magnitudes y de qué manera se dosifica durante las cuatro horas en que tardan en rendirse los de la escuela? ¿Por qué toman tanto tiempo los del ERPI y los demás en entregarse?
Preguntas que a uno le traen un posible escenario, un tiempo, que termina a las diez y media de la mañana del domingo, y unos hombres y mujeres, en tenebrosas estampas.


 La restructuración del ejército

¿Es el EPR quien ha propiciado que contingentes de tal importancia se muevan por Guerrero en son de guerra? ¿Es el narcotráfico, cuya persecución da como motivo el ejército para explicar su presencia en El Charco?
La periodista Maribel Gutiérrez Moreno documenta el cambio de número y de comportamiento de las tropas en la entidad, ya a principios de 1994. Aprensiones ilegales, cateos e incursiones se prodigaron desde entonces, afirma, como parte de las numerosísimas acciones de lucha social desencadenadas en el país: 40 mil para ése 1998 en que sucede lo de El Charco, conforme a la información reservada que presenta la revista Proceso.
El levantamiento armado en Chiapas parece ser el detonante de un proceso que se preveía en la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), de acuerdo a las minutas de las reuniones paralelas del Departamento de Defensa de los Estados Unidos y a otra información que proporciona la investigadora Gloria Estévez. Según ésta, casi un año antes de la irrupción del movimiento zapatista, el coronel Stephen J. Wager, miembro del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra estadounidense, publicó el libro El ejército mexicano de cara al siglo XXI, en el que sostenía la inevitabilidad del desorden social, producto del propio TLC y de la reforma al ejido y a la propiedad comunal. Para encararlo, las fuerzas armadas de México debían transformarse.
Coincidiendo con la insurrección en Los Altos chiapanecos y con la entrada en vigor del Tratado, en enero de 1994 se establece El programa de desarrollo del Ejército y las Fuerza Aérea Mexicanos.  El programa tiene uno de sus centros en la creación de los boinas verdes del GAFE: equipos de 1,800 efectivos especializados en asalto aéreo, lucha antinarcóticos y contrainsurgencia, para actuar en combinación con otras fuerzas de elite, en particular en los estados de Chiapas, Tabasco, Guerrero, Veracruz y Oaxaca.
En 1999 Rex Applegate, asesor del Pentágono, observa que estos cinco estados concentran una cuarta parte de los elementos “de tierra” del ejército, distribuidos en 11 zonas militares, y que a partir de la restructuración, a los 130 mil efectivos de que disponían, las fuerzas armadas de México han sumando 40 mil más, contando ya con 70 GAFES. Estos grupos especiales se agregan a una brigada de 4 mil elementos de reacción rápida, y el ejército, invadiendo áreas de la secretaría de Marina, pone en marcha los Grupos Anfibios de Fuerzas Nacionales, acantonados especialmente en el sur-sureste.
Entretanto, la estructura de mando experimenta un proceso de descentralización, por el cual los comandantes de las 41 zonas militares tienen autonomía para decidir en términos de logística, entrenamiento y fuerzas especiales.
En 1995, apoyado en documentos confidenciales, Roderic Al Camp, investigador y analista político, advertía la radical transformación por la que estaba pasando la doctrina militar en nuestro país: las tareas de seguridad nacional debían concentrarse en combatir al “enemigo interno”.


Un proyecto de ciencia ficción

Desde 1994 uno leyó en los medios, una y otra vez, información de este clase, que cuadraba perfectamente con cuanto hacían los gobiernos federales, comprometidos en una desarticulación del Estado que, al decir de una porción de investigadores, con Ernesto Zedillo culmina en la transformación del ejército en una suerte de suprapolicía nacional. Coincidiendo con el libro del asesor norteamericano, de 1993, y con las observaciones de Camp en 1995, las fuerzas armadas abandonarían así su papel histórico como garantes de la soberanía del país, para concentrarse en la lucha contra un inevitable descontento social.
De tanto hablar de ello hemos convertido en un lugar común la existencia del proyecto de los capitales y los organismos multinacionales, cuyos efectos venimos sufriendo en los últimos veinte años: en el grave deterioro del empleo, de los salarios, de la seguridad pública, de la educación, la salud, la cultura, y de nuestra capacidad de defensa ante la arbitrariedad del poder.
Hoy estamos seguros de que el proyecto se profundiza en materia económica y social, con la reforma fiscal propuesta por el ejecutivo, con el avance de la nueva cultura laboral que presumen las acciones de la Secretaría del Trabajo y demás, y se nos advierte de la próxima puesta en marcha de un plan Puebla-Panamá, del cual no se hace público mucho más que el asalto al Istmo de Tehuantepec, a punto de iniciar. Un plan que señala hacia la masiva entrada de grandes capitales, hacia la desaparición de la propiedad ejidal y comunal en el sur-sureste y hacia una especie de recomposición de las fronteras reales, que crearía un virtual país de las proximidades de la ciudad de México al canal panameño.
Un proyecto que se nos aparece como una conspiración urdida en ámbitos de poder cuya realidad se nos escapa y que tiene así la substancia de una ciencia ficción que nos alcanza sin que sepamos cómo.
Si la podemos entender en Chiapas, por la presencia del movimiento zapatista, cuando escuchamos hablar de la militarización del campo en Oaxaca, Guerrero o Veracruz, tenemos la misma sensación aquélla: una avalancha de datos que nos cae encima, avalados por toda clase de buenas fuentes, haciendo referencia a una estrategia global que rebasa nuestro sentido común.


La militarización de la vida cotidiana

Según la documentación de X, El Charco es el caso más grave de discrecionalidad en el estado de Guerrero, en esta nueva etapa de las fuerzas armadas, pero la intervención del ejército en la vida diaria de las comunidades es una constante de 1994 hasta hoy. En los propios pueblos, en los caminos, en las milpas, a campo abierto, los soldados hacen sentir una presencia que, como explica una variedad de manuales militares en uso, tiene deliberados efectos sobre la moral de la población, creando el clima de terror de la guerra de bajo impacto que hace mucho es bien conocida aquí y allá en el mundo. ¿Debemos creerle?
X nos pone enfrente una serie de testimonios. Poco antes de los acontecimientos en El Charco, indígenas mixtecos denunciaron que en camino de Tlapa a sus comunidades, en el municipio de Metlatónoc, un retén militar abrió fuego sobre ellos, sin previo aviso, resultando muerto uno de sus compañeros.
En la noche del 20 de abril del 99, dos mujeres indígenas de San Miguel Tejalpa se preocupan porque, tras horas de haberse marchado, el cuñado de una y el nieto de otra (de 13 años de edad) no regresan de recoger mazorcas. Van a la parcela, descubren un charco de sangre y la proximidad de la tropa, así que echan a correr. Son alcanzadas y violadas, denuncian. Al día siguiente, en un punto más al sur, un campesino muere alcanzado por las balas de los militares, mientras cuida su ganado. El reporte agrega que “porta una escopeta”.
El 2 de mayo siguiente, unos 30 hombres de infantería adscritos al cuartel de Ciudad Altamirano, irrumpen en la comunidad de Pizotla, disparan hacia una casa y quienes están cerca tratan de huir. Un poblador pierde la vida y dos militantes de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán son llevados a las instalaciones del 40 batallón, torturados y condenados luego por el ministerio público a seis y diez años de prisión, por supuestos delitos contra la integridad del Estado.

¿Los casos han sido sometidos a la investigación que exige el estado de derecho que preocupa al país? ¿Son casos aislados, producto de la presencia del EPR, del ERPI y del narcotráfico en estas zonas? ¿No forman parte de las decenas de miles de acciones de lucha social que exhiben los informes confidenciales de los medios de comunicación? ¿Hasta qué punto está militarizado el estado de Guerrero, como dice probar la periodista?

 

¿Y la transición a la plena democracia?

Organizaciones sociales y civiles del estado afirman que los detenidos en la escuela de El Charco fueron torturados, basándose en los testimonios de ellas y ellos, y los seis menores de edad estuvieron probadamente recluidos en una instalación militar.

Para denunciar los hechos se creó un Comité de Viudas y en el municipio fue formándose un Comité Coordinador de Defensa de los Derechos Humanos, en el que participan comunidades eclesiales de base, el frente cívico local, organizaciones no gubernamentales y “una parte” del PRD, partido que gobierna el ayuntamiento.
Dos de sus participantes han muerto en condiciones no bien aclaradas, dicen los documentos de X: en abril del 2000, Agandino Sierra, miembro de las comunidades eclesiales, por impactos de armas largas; en enero del 2001, Donasiano González Lorenzo, líder natural de la zona. Un líder natural mixteco, hay que aclarar, porque hasta aquí llega la región que viene rebotando por la sierra desde Oaxaca, y que tiene una unidad cultural de siglos, hoy negada por la ley indígena, quien la somete a los criterios de dos distintas legislaciones (dentro de una distribución administrativa nacional que se nos hace aparece profundamente enraizada en la historia, pero que fue producto de conflictos entre intereses locales a mediados del siglo XIX).
¿Cómo combina este ambiente con la transición a la plena democracia, y de ese modo con el establecimiento de un real estado de derecho, en la que decimos estar empeñados y que en las elecciones de julio habría dado un gran salto adelante? ¿Y la concreción del plan Puebla-Panamá? ¿No traerá tanto o más descontento social que el que preveía el asesor de Washington con la firma del TLC y las reformas al ejido, y así la creciente necesidad de un ejército como el que adelantaban él y los analistas políticos y que todo indica está cumpliendo su transformación de garante de la soberanía nacional en una suerte de suprapolicía?
La sociedad no puede permanecer pasiva ante informes como los que llegan del municipio de Ayutla de los Libres, porque advierten de un proceso que va justo en sentido contrario al que ella decidió en las urnas. Los recursos están a la mano, en ese país que decimos estar construyendo. El primero, el acceso a la información, que obliga a que tengamos conocimiento amplio y detallado de lo que sucedió en El Charco, de las muertes de los dos integrantes del Comité Coordinador de Derechos Humanos municipal y de la militarización de la zona, denunciada por la prensa y por organizaciones civiles.
En torno a la aprobación de la ley indígena que echó atrás la iniciativa de la Cocopa y los Acuerdos de San Andrés, se hicieron numerosos pronunciamientos por la unidad y la soberanía nacionales. En nombre de ellas, que son algunas de las muchas tareas inconclusas en el México del 2001, deberíamos hacer nuestro el caso de Ayutla, para empezar a hacer nuestra la situación del campo del sur-sureste en general y, finalmente, la del país en su totalidad.
Así dice uno, muy juicioso, sintiendo el temblorcillo por una realidad brutal que quién sabe cuánto se urde en ámbitos que se nos sustraen, que no podemos imaginar, que parecen señalar que, siquiera en parte, el destino nos alcanzó ya.

lunes, 2 de abril de 2018

2018

No sé ya dónde y qué escribo sobre un cada vez mayor precipitarse de hechos cuyo inicio debo fechar sin más retraso: julio 2, 1988. "Son asesinados Xavier Ovando y su ayudante Román Gil, del equipo de campaña del candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas", dice el titular. 
No teman, nietos. No voy a llevarlos de aquí para allá entre treinta años -vaya casualidad: un número cerrado; ¿el horror tiene plazos?-. Necesito, sí, reubicarnos.
Muchos años luego Guillermo González Calderoni, llamado por las autoridades estadounidenses el Elliot Ness mexicano, afirmará que el asesinato de Ovando se lo ordena Carlos Salinas de Gortari a Juan García Abrego, jefe del cártel del Golfo. ¿No tiene información de ello Fernando Gutiérrez Barrios, la figura omnímoda de la Secretaría de Gobernación en su cuarto sexenio allí?
¿El capo negocia las ejecuciones con quienes también largo tiempo después son instruidos formalmente por los hechos: Javier Serrano Sixtos, agente de la Policía Judicial en el estado de Michoacán, y su hermano Jaime, más tarde jefe de la unidad antisecuestros de la policía ministerial de Guanajuato, según esto en íntima relación con una banda de secuestradores?
Calderoni será acusado a su vez por Miguel Ángel Félix Gallardo, El Padrino, fundador del cártel de Sinaloa, de operar con “sus superiores inmediatos” el inaugural gran acuerdo entre altas esferas del gobierno federal y los narcotraficantes, a través de un reparto de plazas a comienzo de la década de 1980.
En realidad cuando es perseguido se le imputa una interminable serie de actividades criminales. Por ejemplo, combatir al cártel del Pacífico a favor del propio García Ábrego y su gente.
Esta casa del horror tiene muchos rostros, quedamos. Hoy uno, siempre dominante, opaca por entero al resto.
La foto tiene sentido símbolico, pues Peña Nieto y los diecinueve gobernadores priistas electos en 2012 son una pequeña parte de nuestra gran mafia. ¿Solo sentido simbólico, seguro? 
No, yo, si sumo a unos cuantos estará completo el cuadro que conduce a la eclosión.
Esperen, agrego a quien se cree personaje del Paraíso Perdido y cabría en la Taberna de Moe. 
Por gusto personal, permítanme otro chiste: Rosario Robles, Creel por segundo apellido,una vez próxima, segura presidenta nacional representado a la izquierda -ahí el quid, ¿cierto, chata?
Uno más, anden. Recién lo exhibieron en sus negocios con la "obra faraónica" del régimen.
SIGUE
Mentí y ahí quedó esta repetitiva nota. Vuelvo un año después para no sé bien qué -poner acentos, parece, jeje. 
El tono desenfadado indica mi pobre conocimiento sobre la violencia en México. Me atrevo a tocarla como hice los libros sobre Digna Ochoa y Julio César Mondragón: por profundizar sus casos con ayuda de quienes más saben y no son escuchados o divulgarlos y darles contexto.     
En 2018 esperaba un posible, inútil baño de sangre para evitar el triunfo obradorista. Creo que en cierto, breve momento hubo la tentación. No me explico sino el Haiga sido como haiga sido dicho por José Antonio Meade seis días antes de los comicios, aludiendo a una frase de Felipe Calderón tras su fraudulento triunfo en 2006. 
Se pactó para evitarlo y así salvarle el pellejo al propio candidato priista y a muchos otros cleptócratas, creo sin que desde luego importe cuanto piense, pues afortunadamente no pertenezco a esa en general impresentable raza de los opinólogos. 
Mis archivos están repletos de información que no emplearé porque tampoco soy periodista y respeto a los profesionales comprometidos cuyo corto número basta para tenernos al tanto sobre estos temas.
Historizo tocando una cuestión oculta entre doscientos mil cadáveres y cuarenta mil desaparecidos, según datos que no incluyen a las víctimas anteriores al año 2000. 
Hablé ya sobre los suicidios, que en México y el mundo representan hace años la segunda causa de muerte para quienes tienen entre quince y veintinueve años de edad, por motivos relacionados sobre todo con incertidumbre laboral o económica. Es pública, además, la incidencia de ésta en los jóvenes que ingresan al crimen organizado. 
Por buenas fuentes conozco un ilustrativo caso: los asesinatos en el estado de Guanajuato, hoy súbitamente superiores a cualquier otra entidad. La zona más afectada coincide con el cinturón que maquilas industriales desarrollan ahí. Contratan a jóvenes por salarios menores a la pobrísima media mexicana, que tienden a desertar pronto. En Abasolo y alededores se asociaron con población diversa para crear un cartel local y el dominante en esa región y las cercanas no iba a permirtirlo. 
Era domingo, según recuerdo, cuando filas de transportes armados entraron a la pequeña ciudad.
-Guárdense, el asunto no va con ustedes -dijeron a los pobladores y dispararon nutridas ráfagas en puntos fijos. 
Estallaba así una violencia cuyo correlato era la ejercida por plantas que ofrecen empleos desquiciantes, como estar a solas ocho o diez horas en áreas robotizadas. 
Para entonces la zona industrial había visto crecer los feminicidios en cifras exponenciales.        
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